martes, 9 de julio de 2013

Entre líneas con Erich Fromm.

Entre líneas con Erich Fromm.


“Paradójicamente la capacidad de estar solo es 
la condición indispensable para la capacidad de amar”.

Amor no es en este caso un niño de coloradas mejillas dispuesto a herir. No es, bajo ninguna circunstancia,  una exigencia social, una moda, algo qué comprar, qué ponerse con qué maquillarse. No es un tópico sobre el cual escribir porque ya no queda sobre qué escribir. 
Amor no puede ser  el deber de no estar solos.

“El amor no es necesariamente una relación con una persona específica; 
es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo 
de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso”.

Amar es una condición, una capacidad, un medio para tantear la vida y un fin para aprehenderla. Amar es conocerse y reconocerse. Conocer la individualidad del hombre, pero reconocer su condición social y fundirse en ella. Amar a Uno significa amarlo todo, amarlo todo significa poder amar a Uno.

La necesidad más profunda del hombre es, entonces, 
la necesidad de superar su separatidad, 
de abandonar la prisión de su soledad”.

En tanto que el arte se consigue acercándose a éste, amar se consigue acercándose al amor. Y acercarse al amor supone des-automatizar la mirada, el oído, los sentidos. Intentar entrar a la vida desde el individuo; intentar entrar al individuo desde la masa. Estar en la masa y ser individuo y masa, y amar esa compartida condición de habitar, habitarnos y habitar a otros.
“La unión por la conformidad no es intensa y violenta; 
es calma, dictada por la rutina, y por ello mismo, suele 
resultar insuficiente para aliviar la angustia de la separatidad”.

No puede el hombre, apegado y consumido por un sistema económico, amar el entorno y sentir que puede compartirse con él. Necesita el hombre diferenciarse del sistema, aunque viva en el sistema. Necesita el hombre estar consciente de sí mismo para luego hacerse consciente del otro. Es un recorrer y reconocer simultáneo. Es despertar día tras día en un espacio distinto, en un cuerpo distinto, con una lengua distinta, que comunica cosas y que el hombre necesita aprender a percibir.

“Sólo un individuo privado de todo lo que está más allá 
de las necesidades elementales para la subsistencia 
sería incapaz de gozar con el acto de dar cosas materiales”

En tanto que el hombre es capaz de recibir, debe ser mucho más capaz de dar. En esta reciprocidad reside la esencia de la humanidad. Dar palabras, miradas, sensaciones, conocimientos, gestos, prejuicios, objetos, sentidos, significados y en la misma vuelta de tuerca recibir lo que a otros damos, recibir como a otros damos.

“La práctica de la fe y el valor comienza con los pequeños placeres de la vida”.

Sumidos en un letargo indefinido, el mundo, como una gran maquinaria, va desmontándose a sí mismo, van cayendo tuercas y piezas, que a la larga vamos encontrando. Vamos, como parte de esa maquinaria, perdiendo tuercas; pérdida que por supuesto nos mutila. Por cada tuerca un fragmento de vida. Después del recorrido no somos en nada originales. El tiempo nos desmontó, como al mundo, y terminamos siendo el resultado de una reparación constante, de una sustitución constante.


En la tierra veloz.
Eugenio Montejo.

Sólo quise estar vivo para amarte.
en la tierra veloz. Aquí, a tu lado,
siguiendo el vuelo de esta esfera que gira
detrás de un sol demasiado remoto.
Sea lo que alcance el tiempo que nos dieron
Los dioses o el azar, sea lo que quede
de lumbre en nuestra lámpara indecisa,
mi deseo está aquí, no en otro mundo,
junto a tus manos, tus ojos y tu risa,
junto a los árboles y el viento
que acompañan tu paso por el mundo.
Sea quienquiera que apure las estrellas
y nos haga nacer o desnacer,
sea quienquiera que junte nuestros cuerpos,
aunque no dure nada este relámpago

y la tierra veloz nos borre el sueño.

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