Entre
líneas con Erich Fromm.
“Paradójicamente
la capacidad de estar solo es
la condición indispensable para la capacidad de
amar”.
Amor
no es en este caso un niño de coloradas mejillas dispuesto a herir. No es, bajo
ninguna circunstancia, una exigencia
social, una moda, algo qué comprar, qué ponerse con qué maquillarse. No es un
tópico sobre el cual escribir porque ya no queda sobre qué escribir.
Amor no
puede ser el deber
de no estar solos.
“El
amor no es necesariamente una relación con una persona específica;
es una
actitud, una orientación del carácter que determina el tipo
de relación de una
persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso”.
Amar
es una condición, una capacidad, un medio para tantear la vida y un fin para
aprehenderla. Amar es conocerse y reconocerse. Conocer la individualidad del
hombre, pero reconocer su condición social y fundirse en ella. Amar a Uno
significa amarlo todo, amarlo todo significa poder amar a Uno.
“La
necesidad más profunda del hombre es, entonces,
la necesidad de superar su
separatidad,
de abandonar la prisión de su soledad”.
En
tanto que el arte se consigue acercándose a éste, amar se consigue acercándose al
amor. Y acercarse al amor supone des-automatizar la mirada, el oído, los
sentidos. Intentar entrar a la vida desde el individuo; intentar entrar al
individuo desde la masa. Estar en la masa y ser individuo y masa, y amar esa
compartida condición de habitar, habitarnos y habitar a otros.
“La
unión por la conformidad no es intensa y violenta;
es calma, dictada por la
rutina, y por ello mismo, suele
resultar insuficiente para aliviar la angustia
de la separatidad”.
No
puede el hombre, apegado y consumido por un sistema económico, amar el entorno
y sentir que puede compartirse con él. Necesita el hombre diferenciarse del
sistema, aunque viva en el sistema. Necesita el hombre estar consciente de sí
mismo para luego hacerse consciente del otro. Es un recorrer y reconocer simultáneo.
Es despertar día tras día en un espacio distinto, en un cuerpo distinto, con
una lengua distinta, que comunica cosas y que el hombre necesita aprender a
percibir.
“Sólo
un individuo privado de todo lo que está más allá
de las necesidades
elementales para la subsistencia
sería incapaz de gozar con el acto de dar
cosas materiales”
En
tanto que el hombre es capaz de recibir, debe ser mucho más capaz de dar. En
esta reciprocidad reside la esencia de la humanidad. Dar palabras, miradas,
sensaciones, conocimientos, gestos, prejuicios, objetos, sentidos, significados
y en la misma vuelta de tuerca recibir lo que a otros damos, recibir como a
otros damos.
“La
práctica de la fe y el valor comienza con los pequeños placeres de la vida”.
Sumidos
en un letargo indefinido, el mundo, como una gran maquinaria, va desmontándose a
sí mismo, van cayendo tuercas y piezas, que a la larga vamos encontrando.
Vamos, como parte de esa maquinaria, perdiendo tuercas; pérdida que por
supuesto nos mutila. Por cada tuerca un fragmento de vida. Después del
recorrido no somos en nada originales. El tiempo nos desmontó, como al mundo, y
terminamos siendo el resultado de una reparación constante, de una sustitución
constante.
En
la tierra veloz.
Eugenio
Montejo.
Sólo
quise estar vivo para amarte.
en
la tierra veloz. Aquí, a tu lado,
siguiendo
el vuelo de esta esfera que gira
detrás
de un sol demasiado remoto.
Sea
lo que alcance el tiempo que nos dieron
Los
dioses o el azar, sea lo que quede
de
lumbre en nuestra lámpara indecisa,
mi
deseo está aquí, no en otro mundo,
junto
a tus manos, tus ojos y tu risa,
junto
a los árboles y el viento
que
acompañan tu paso por el mundo.
Sea
quienquiera que apure las estrellas
y
nos haga nacer o desnacer,
sea
quienquiera que junte nuestros cuerpos,
aunque
no dure nada este relámpago
y
la tierra veloz nos borre el sueño.
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