jueves, 18 de abril de 2013

Lecturas de ciudad.


Literatura en voz alta: http://www.youtube.com/watch?v=sHbB35sBii0


Nocturno.

Se deshace en tu voz y canta.
Pero siempre es igual. El viento
desarraiga por las calles las lámparas
de donde sale la madrugada
como un humo especial para los ángeles
que vagan por el cielo buscando sus cabañas.

Tú a mi lado sentirás que es la hora
de andar despiertos balanceando la estrella
con que se atrae el mar hacia los parques.

Se deshace en tu voz y canta.

Y una vez sucede que los ríos
arrastran la paredes y hacen
crecer la hierba con sus insectos.
Levantan a su paso las colinas
cuyos fuegos incitan a los grandes pájaros
a emprender otro vuelo de destierro.

Tú a mi lado pensarás que es preciso
detenerse con un pañuelo en alto
en las esquinas donde los barcos lloran
para zarpar hacia las catedrales

Se deshace en tu voz y canta.

Después nada estará en su sitio.
Y en los bares que empujan sus puertas hacia el alba
ni en los museos que echan a volar sus campanas
con su cortejo ciego de ratas y orejas
se podrá sospechar que entonces hubo fiestas
en donde las mujeres con un timbre
señalaban la hora de herir a los ancianos.

Tú a mi lado estarás respirando
desde las distancias que abre el sueño.
Y yo te tocaré las mejillas
con vapores y neblinas de vino
para que la noche detrás de tus ojos
siga cruzando el ámbito del día.

Se deshace en tu voz y canta.

Hesnor Rivera (Maracaibo 1928-2000).

Los libros son continentes.


Calle Corrientes de Buenos Aires.
Los libros son silencios, ausencias... 

El tiempo no se detiene cuando nos imbuimos; se destila en miríadas palabras, que mientras  nos acercan al humano, nos alejan del mundo.
En la página que ante nosotros brota, nos aferramos al horizonte de la oscura línea que se transforma en sílabas, en la misma medida en la que nos hundimos en un pozo de tinta seca.
Son la voz universal, la voz del humano, Lo bello, Lo cierto, El silencio, Lo trágico, Lo ficticio, incluso Lo cómico. Son el silencio del mundo, y la consecuencia del ruido que supone estar vivo.
El engranaje del sustantivo buscando un verbo que desee conjugarse (seguramente hacen el mayor estrépito de la industria verbal).  Sí, los verbos sólo se flexionan ante el sentir. Por eso los libros son el verbo idealizado de la humanidad.
Librería Ateneo de Buenos Aires.

Los libros son continentes. 
In-medibles extensiones de letras que no ceden a la mar del tiempo. 
Innumerables extensiones de letras abrazando cuerpos, sobrepasando las edades del descenso humano, incluso la metamorfosis contínua del ser.

El Gran Splendid de Buenos Aires.

Los libros son el resultado de la humanidad. 

La muestra tangible de la existencia del hombre. Son en sí mismos y para otros. Navegan sin sumergirse en la ola de las horas, en la tormenta de los siglos. Son la consecuencia de los que callan, de los cuerpos que se ocultan, se abstraen. Son la muestra del anhelo del hombre, cual astro celeste, por permanecer.
Los libros no pertenecen, por ello no se plegan a la aceras.
Los libros no vienen a salvar al hombre, por ello nunca serán beatificados. Son la metáfora más sublime de la muerte. Y porque están vivos, tienen rostros y palpitan, cual ciudades.


Sostienen por días los pesares del lector, y por siglos las resignaciones de la humanidad.
Se cierran, callan y en la mansedumbre de los días, inconformes, esperan por otras manos con nuevas formas de rozar su piel.